Don Álvaro de Navia y Osorio, III marqués de Santa Cruz de
Marcenado era un oficial inmerso en la racionalidad del siglo XVIII, militar,
humanista, culto, embajador, soldado cumplidor de su deber hasta entregar su
vida en la defensa de la plaza de Orán el 21 de noviembre de 1732.
Don Álvaro es el primero de los tratadistas militares españoles y también el de
todos los que en Europa hubo tras de él siguiendo su estela de «considerar la
guerra en su conjunto, en sus fundamentos éticos, filosóficos, políticos,
económicos y diplomáticos y también en sus aspectos de liderazgo, estratégicos,
tácticos, logísticos y tecnológicos y de innovación». Sin duda se adelanta a su
época. Es fundamental reconocer estos aspectos y fundamentos de la guerra para
entender la importancia de su obra cumbre las Reflexiones Militares.
El marqués de Santa Cruz de Marcenado murió joven, a los 46
años, defendiendo la plaza de Orán que tenía como general gobernador de la
misma por orden de SM el Rey.
La plaza que era española desde principios del siglo XVI fue
conquistada por los turcos otomanos en 1708 y se mantuvo así hasta 1732. En
junio de ese año se desarrolla la expedición para la reconquista de Oran, en la
que participa don Álvaro y que se consigue con grandes pérdidas por parte de
los turcos.
El gobernador turco no resignado con su pérdida reúne a un
fuerte ejército y trata de retomarla. El 15 de noviembre de 1732 una flota
española al mando de Blas de Lezo consigue derrotar a la flota turca lo que
anima al Gobernador don Álvaro de Navia a tratar de sorprender y atacar a los
turcos saliendo de la plaza el 21 de noviembre en una maniobra muy valiente y
arriesgada. Durante el combate encuentra la muerte junto a dos mil españoles
pero logrando la retirada turca. La plaza se mantendría bajo manos españolas
sesenta años más hasta febrero de 1792.
Muy poco antes de su muerte entre 1724 y 1727 se publicaba en
Turín sus Reflexiones Militares muy pronto traducidas al francés. El
otro gran tratadista contemporáneo de don Álvaro, Mauricio de Sajonia, publicó
más de una década después, en 1739, sus reflexiones a las que llamó Ensoñaciones.
