Toda la energía, el valor y la eficiencia de la Aviación
Militar española estuvieron volcados en la Guerra de Marruecos desde los
primeros años del conflicto en el Protectorado, continuando con mayor
intensidad a partir del Desastre de Annual e incrementándose en las fechas
antes y después del Desembarco de Alhucemas. Según los datos del historiador
Warleta Carrillo, «los pilotos españoles se impacientan en 1924 y piensan con
nostalgia en las posibilidades que están dejando pasar, mientras la Escuela de
Observadores imparte los conocimientos de navegación necesarios para los
grandes raids. En diciembre de 1925, cuando el éxito de la operación de
desembarco en Alhucemas hizo ver el porvenir de la Guerra de Marruecos con
perspectivas halagüeñas, el Gobierno de Madrid autorizó la realización de tres
de los vuelos de prestigio que los aviadores españoles habían propuesto: los
que tenían por puntos de destino Buenos Aires, Filipinas y la Guinea Española».
La travesía aérea del Atlántico había sido ya realizada varias veces desde
1919.
La del Plus Ultra fue, en total la quinta en aeroplano y la
segunda del Atlántico Sur. De hecho, el Plus Ultra fue la primera aeronave que
llego desde Europa a América del Sur, puesto que la primera y admirable
travesía meridional, realizada por los portugueses, requirió tres aviones
sucesivos.
Entre octubre de 1924 y febrero de 1925, el comandante Ramón
Franco asistió en Cuatro Vientos y Los Alcázares al primer curso de mandos del
Servicio de Aviación. Las conferencias de Radio estuvieron a cargo del capitán
Mariano Barberán, y la última versaba sobre Radiogoniometría. Franco elaboró
una propuesta de viaje, un raid aéreo que diera a conocer el valor de
la Aviación Española fuera de nuestras fronteras, además de ganar «prestigio y
honra para España».
Durante todo el año 1925 se estuvo preparando el vuelo, se
recogió el Dornier Wal especial en Marina di Pisa, equipado con motores Napier
Lion de 450 CV y se seleccionó y entrenó la tripulación formada inicialmente
por Franco, Mariano Barberán y el mecánico Rada.
Los acompañaría el piloto de la Aeronáutica Naval, teniente de navío Juan Manuel Durán, que volaría todas las etapas excepto la de Porto Praia a Pernambuco, que realizaría a bordo del destructor Alsedo, que acompañó al vuelo en los tramos marítimos. También el crucero Blas de Lezo se unió a la expedición hasta Fernando de Noroña.
Después de adelantamientos de fechas y demoras, también de la sustitución
intempestiva de Barberán por Julio Ruiz de Alda Miguéleiz, el vuelo estuvo
listo para iniciarse en Palos el día 22 de enero de 1926. El fotógrafo Leopoldo
Alonso voló en algunas etapas con su equipo fotográfico. Al amanecer de aquel
viernes, Franco y sus compañeros oyeron Misa en la Iglesia de San Jorge, ante
el altar de la Virgen de los Milagros, donde Colón oró antes de su viaje. Allí
comenzó su periplo que les condujo a Las Palmas, Porto Praia, Pernambuco con
escala en Fernando Noroña, Rio de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires, después
de innumerables incidentes y acontecimientos, que terminaron en el puerto
bonaerense el 10 de febrero a las 12:27 hora local, cuando el hidro fue
amarrado a la boya destinada para él. Ahí comenzó el delirio de multitudes
enfervorizadas que llevó a los aviadores a la gloria.

