viernes, 19 de enero de 2024

El protagonismo de la Legión en la Guerra del Rif fue determinante

 

Un fraile con la bandera del Tercio en una mano y la cruz en alto en la otra, exhorta a los legionarios mientras disparan en Ras 

El protagonismo de la Legión en la Guerra del Rif fue determinante. El ímpetu que le imbuía la mística de Millán Astray y la buena preparación lograda convirtieron enseguida al Tercio en una unidad de élite temida por el enemigo, que es el mayor certificado de calidad que hay en la guerra. “Los del Tercio son de oro, los Regulares de plata / y los que vienen detrás son recortes de hojalata”, cantaba un romance de los muchos que inspiró la Guerra de África, y que reflejaba la percepción general.

Las características del conflicto hicieron que no hubiese grandes batallas campales, solamente el desembarco de Alhucemas fue una operación bélica clásica de envergadura, y desde luego la primera oleada de desembarco, la que decidió el éxito arrollando las defensas enemigas, estuvo formada por dos banderas (batallones) de la Legión. Pero previamente, durante cuatro años, los legionarios habían bregado con ese combate sin fin de la guerra de guerrillas que tanto desgasta a los ejércitos convencionales, pero que para el Tercio fue como el estiércol que hace crecer a una planta.

Curiosamente la hazaña más notable de su primera etapa no será una batalla, sino una marcha. La marcha que salvaría a Melilla.