lunes, 1 de febrero de 2021

31 DE ENERO, DÍA DE LOS TERCIOS.

El 31 de enero de 1578 los Tercios aplastaban a los rebeldes holandeses de Guillermo de Orange, apodado el "Taciturno".

Desde 1576 el conflicto en Flandes se había complicado enormemente. La situación en las 17 provincias de los Países Bajos era crítica para la monarquía hispánica. El implacable Guillermo de Orange había puesto contra las cuerdas a la Corona mediante una trama de conjuras minuciosamente planificadas.

Juan de Austria recibió en Milán la orden de Felipe II de hacerse cargo del gobierno de los Países Bajos y viajar a Luxemburgo, la única provincia de las 17 que permanecía fiel a la corona católica. El 17 de febrero de 1577 Don Juan firmó el "edicto perpetuo", acuerdo por el cual las provincias rebeldes respetarían el catolicismo, reconocerían la autoridad de Felipe II y la de Juan de Austria como su tutor.

A cambio la corona concedía una amnistía general a todos los rebeldes y el compromiso de que todos los soldados españoles abandonaran Flandes en 20 días dirección a Milán. La noticia no causó descontento entre los Tercios.


Pocos meses tardó el "Taciturno" en romper el acuerdo. Don Juan envío una carta a sus soldados acampados en Milán: "Venid, pues, amigos míos: mirad cuán solos os aguardamos yo y las iglesias y monasterios y religiosos y católicos cristianos, que tienen a su enemigo presente y con el cuchillo en la mano".

Seis mil hombres llegaron con Alejandro Farnesio, y con él los mejores generales de Europa. Cuando los rebeldes volvieron a ver a los Tercios se asustaron tanto que llamaron a ingleses, franceses, alemanes y otras tropas.

Tal confianza tenía don Juan en la victoria que la noche anterior a la batalla mandó añadir al estandarte real que él mismo había llevado en Lepanto, bajo la cruz de Cristo, la siguiente frase: “Con esta señal vencí a los turcos, con esta venceré a los herejes”.

El resultado fue inevitable, la victoria del ejército de Su Católica Majestad fue total y aplastante en hora y media. 100 bajas para los españoles y más de 10 mil para los rebeldes, que acabaron jurando fidelidad al rey. 

La batalla que se tenía que ganar empezó con una carta de Don Juan a sus leales soldados: "A los magníficos Señores, amados y amigos míos, los capitanes de la mia infantería que salió de los Estados de Flandes. A todos ruego vengáis con la menor ropa y bagaje que pudiéredes, que llegados acá no os faltará la de vuestros enemigos". Y acabó con otras dos cartas al rey de España, las de Don Juan de Austria y la de su sobrino, Alejandro Farnesio, atribuyendo el mérito de la victoria el uno al otro.