En un panorama mediático cada vez más polarizado, es
lamentable observar cómo ciertos medios de comunicación optan por el
sensacionalismo y la parcialidad en lugar de la rigurosidad informativa.
El reciente artículo publicado en El Plural, titulado
"Sin noticias de la UCO de Balas: seis meses y aún no hay informe del
novio de Ayuso", representa un claro ejemplo de esta deriva. Este
artículo, cargado de insinuaciones y acusaciones veladas, pretende poner en
entredicho la neutralidad política y la eficiencia de la Unidad Central
Operativa (UCO) de la Guardia Civil, sin fundamentos sólidos y con un evidente
sesgo ideológico.
Es imperativo responder a la desinformación, al
desconocimiento y al sesgo político de medios que olvidan el rigor
periodistico, con hechos, historia y contexto, defendiendo a una institución
que ha demostrado su excelencia durante casi dos siglos y que sigue siendo un
pilar de confianza para la sociedad española.
La Guardia Civil, fundada en 1844 por el Duque de Ahumada, ha
encarnado desde sus inicios un compromiso inquebrantable con la neutralidad
política. Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, no solo
impulsó la creación de este cuerpo de seguridad, sino que estableció sus
cimientos éticos a través de la Cartilla de la Guardia Civil, redactada en
1845. Un documento, que ha trascendido al tiempo y que aún hoy inspira el
código de conducta de la institución, enfatizando principios como la lealtad, el
deber, el desempeño de funciones con dignidad, prudencia y firmeza y la
neutralidad política.
La Cartilla dictaba normas claras sobre la neutralidad, se
exigía a los guardias civiles que respetasen las leyes, actuasen con
imparcialidad y evitasen cualquier injerencia en asuntos políticos, priorizando
siempre el servicio público por encima de ideologías. Ahumada insistía en que
la disciplina y el respeto a las normas eran esenciales, y que la institución
debía ser un baluarte de estabilidad en una España convulsa del siglo XIX, algo
que ha venido demostrado durante sus 181 años de servicio ininterrumpido de
servicio a la sociedad.
Estos preceptos no son meras palabras; representan un código
de honor que ha perdurado, adaptándose incluso en normativas modernas como el
Real Decreto 176/2022, que actualiza el Código de Conducta de la Guardia Civil
para reforzar valores como la dignidad, el respeto a los derechos, la lealtad
institucional y constitucional y la neutralidad política.
Esta neutralidad no es un adorno histórico, sino una práctica
diaria que impregna el trabajo de la Guardia Civil en general y de la UCO, la
élite investigadora de la Institución especializada en delitos complejos como
el crimen organizado, la corrupción y el fraude, en particular. Acusar a la UCO
de lentitud o parcialidad, como hace El Plural, ignora deliberadamente los
hechos del caso en cuestión y demuestra un desconocimiento total en lo que es
la investigación, los tiempos y el propio funcionamiento de la justicia.
Recordemos: la propia UCO admitió en noviembre que no había iniciado la
investigación sobre Alberto González Amador, porque no fue hasta el 8 de
noviembre cuando el juzgado avaló el trámite necesario para comenzar las
investigaciones.
Hablar de "seis meses sin informe" es, por tanto,
una distorsión malintencionada de una información, que obvia los protocolos
judiciales y administrativos que rigen cualquier pesquisa. La UCO no actúa por
capricho o presiones políticas; su labor se basa en la escrupulosidad, un valor
que implica precisión, organización, disciplina, exactitud, minuciosidad y un
celo estricto en el cumplimiento de deberes. Estos atributos no permiten
apresuramientos que comprometan la integridad de las pruebas o la legalidad del
proceso. En un contexto donde la investigación involucra posibles delitos
fiscales y falsificación documental, la meticulosidad es no solo deseable, sino
obligatoria para garantizar justicia imparcial.
Durante sus 181 años de existencia, la Guardia Civil ha
demostrado esta escrupulosidad en innumerables operaciones, desde la lucha
contra el terrorismo hasta la protección del medio ambiente, la investigación
de ciberdelitos, delitos económicos y de corrupción. No en vano, encuestas
consistentes la sitúan como una de las instituciones más apreciadas por la
sociedad española. Según datos recientes, la Guardia Civil obtiene puntuaciones
superiores al 6 sobre 10 en valoraciones ciudadanas, superando a muchas otras
entidades públicas y colocándose junto al Ejército y la Policía Nacional como
referente de confianza. En distintos sondeos los españoles destacan su
profesionalidad y dedicación, reconociendo que esta institución no solo vela
por la seguridad, sino que encarna valores como la honradez y el servicio
desinteresado.
Esta apreciación no es casual, si no el fruto de una
trayectoria impecable, donde la neutralidad política ha sido el escudo contra
cualquier intento de manipulación.
Ataques continuos contra la UCO, como viene realizando El
Plural no solo desinforman, sino que erosionan la confianza en instituciones
esenciales para la sociedad. En lugar de cuestionar sin base, deberíamos
celebrar el trabajo excepcional de la UCO y de la Guardia Civil, que operan con
independencia y rigor en un entorno cada vez más complejo.
Su compromiso con la neutralidad y su escrupulosidad en cada
actuación merecen nuestro apoyo incondicional, y la sociedad española lo sabe,
en tiempos de incertidumbre, la Guardia Civil sigue siendo un faro de
fiabilidad.
Antonio Mancera Cárdenas
Director Tribuna Benemérita
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