En 1849 el capitán general de Cuba, Federico Roncali Ceruti,
ante el deficiente estado de la seguridad pública en la isla, solicitó
autorización para crear allí el Cuerpo de la Guardia Civil que tanto prestigio
estaba alcanzando en la Península. Seguidamente, el teniente general Rafael de
Arístegui Vélez Ladrón de Guevara, con ocasión de un viaje que giró a Cuba como
jefe de una comisión que debía proponer al gobierno de la nación, todas
las mejoras de que era capaz aquella preciosa posesión, propuso igualmente la
implantación de la Guardia Civil.
Si bien ambas propuestas quedaron entonces sin aprobación, sí
se pudo comenzar a poner en marcha con el nuevo capitán general, José Gutiérrez
de la Concha Irigoyen. Así, en 1851 se organizaba un Tercio en comisión con una
reducida fuerza de Infantería para ensayar en Cuba el servicio de la Guardia
Civil. Su éxito inicial fue posibilitando el aumento de plantilla y la
incorporación de fuerzas de Caballería.
En 1854, con Juan de la Pezuela Ceballos como capitán
general, ya quedó plenamente formalizado, ampliándose a partir de entonces
plantilla y despliegue territorial.
Algo similar sucedió en la Isla de Puerto Rico. En 1857,
siendo su capitán general, Fernando Cotoner Chacón, se propuso por primera vez
al gobierno de la nación, la creación en dicha isla de un Tercio de la Guardia
Civil, compuesto por fuerzas de Infantería y de Caballería. En 1864 volvió a
intentarlo, también sin éxito, el entonces capitán general, Félix María de
Messina Iglesias. No sería hasta 1869, siendo capitán general, José Laureano
Sanz Posse, que por fin comenzó a organizarse en comisión, el tan esperado
Tercio de la Guardia Civil.
Hasta 1871 los Tercios existentes de la Guardia Civil en Cuba
y Puerto Rico, estaban constituidos en comisión por personal procedente del
Ejército de Ultramar en su mayor parte, no estando por lo tanto integrado en el
Cuerpo de la Guardia Civil de la Península, lo cual originaba problemas de
diversa índole.
Así, por Real Orden de 10 de julio de dicho año, conocida como la «Ley de la Amalgama», se dispuso cesar en comisión la fuerza que prestaba servicio de la Guardia Civil en ambas islas para llevar a cabo la unificación de los Tercios de Ultramar con los de la Península.
A partir de ese momento comenzaría un complejo y largo
proceso de integración. Los capitanes generales de Cuba y Puerto Rico serían
los directores natos de la Guardia Civil en sus islas, asumiendo durante el
tiempo que el personal prestaba servicio allí, todas las facultades y
atribuciones que la normativa vigente prescribía para el director general de la
Benemérita en la Península.
No obstante, para la gestión de todo lo relacionado con la
Guardia Civil de Ultramar fue necesario crear en el seno de la Secretaría de la
Dirección General del Cuerpo, un negociado específico que se sumó a los otros
seis ya existentes, publicándose el detalle de todo ello en el Boletín Oficial
de la Guardia Civil de 8 de noviembre de 1872. Era director general el teniente
general Cándido Pieltain Jove-Huergo.
Fue nombrado Jefe de la Sexta Sección (Ultramar) el coronel de Caballería Fernando Casamayor Aparici, auxiliado por el teniente de la Guardia Civil Lino Fabrat Respau.
En 1879 se dispuso la supresión de dicha Sección, siendo sus
asuntos asumidos por la Secretaría y otras secciones. Esa situación se mantuvo
hasta finales de 1885, siendo recuperada a partir de enero del siguiente año
como «Negociado de Ultramar», si bien en esta ocasión pasó a ser el séptimo de
los ubicados en la Secretaría de la Dirección General de la Guardia Civil.
Por real orden de 16 de noviembre de 1887, siendo director
general de la Guardia Civil el teniente general Tomás García-Cervino López de
Siguenza, se dispuso la creación en la Secretaría de un nuevo negociado que
entendiera de los asuntos referentes al personal de Caballería y Remonta.
Ello motivó, a partir del día siguiente, 17, una nueva
reorganización de los negociados y distribución de los trabajos, conforme se
detalló en el Boletín Oficial de la Guardia Civil de 24 de diciembre de 1887.
El Negociado de Ultramar pasó a ser el octavo de la
Secretaría y estar mandado por el coronel graduado, teniente coronel del
Ejército, comandante de la Guardia Civil Rodrigo Bruno Pérez, auxiliado, en
calidad de agregado, del comandante de Infantería Andrés Somoza Díaz. Los
cometidos concretos que se le encomendaron fueron los de: Organización del
Cuerpo en Ultramar; Uniformidad; Personal de Jefes, Oficiales y tropa;
Reclutamiento y embarque para dichos dominios; Propuestas reglamentarias y
relaciones de aspirantes; Clasificación de los Jefes y Oficiales que regresasen
a la Península; y Estadísticas referentes a los asuntos de que entiende.
