La primera vez que nuestro país participó en una operación de
paz, bajo el mandato de la ONU, desplegando un contingente de fuerza el 21 de
marzo de 1989, tuvo como escenario Namibia. Su misión fue la de colaborar en la
celebración de unas elecciones libres e imparciales en este país, después de
cien años de gobierno colonial por parte de Sudáfrica.
Al Grupo de Asistencia de las Naciones Unidas para el Periodo
Transitorio de Namibia, (UNTAG, United Nations Transition Assistance Group)
contribuyó España con un destacamento aéreo compuesto por ocho aeronaves CASA
C-212 y ochenta y una personas pertenecientes al Ala 35, con aportaciones del
Ala 37 y otras unidades. El Ala 31 contribuyó con un Hércules que, además de
apoyar los dispositivos de despliegue y repliegue, participó con un vuelo
periódico de sostenimiento cada tres semanas y reforzó la capacidad de
transporte del destacamento español, manteniéndose en Namibia durante los meses
clave del proceso electoral. Completaron la aportación española otros cuatro
miembros del EA que se integraron en el Estado Mayor Aéreo del Cuartel General
de UNTAG.
Los cometidos asignados al destacamento español, único que
contaba con aeronaves de ala fija, consistieron en el transporte de personal y
material, y la realización de aero-evacuaciones médicas. Entre las personas
transportadas había delegaciones diplomáticas, observadores de la ONU o
guerrilleros del SWAPO (South West African People`s Organization) desde Angola,
además de refugiados que retornaban de los países limítrofes una vez
establecido el alto el fuego.
El despliegue dentro de Namibia consistió inicialmente en
cuatro aeronaves en el aeródromo civil de Eros, cerca de la capital Windhoek y
otras dos aeronaves en cada una de las bases de Ondangwa y Rundu. El día 25 de
abril, con motivo de su visita a la Base Aérea de Getafe, S.M. el Rey Don Juan
Carlos I mantuvo una conversación vía radio con los miembros del destacamento,
en las que les mostró su reconocimiento.
Si bien se contaba con la experiencia de la operación en
Guinea Ecuatorial, UNTAG supuso un extraordinario desafío que puso a prueba la
capacidad de planeamiento, ejecución y sostenimiento de operaciones aéreas a
larga distancia, casi 8000 kilómetros, y durante un largo periodo de tiempo. El
mando del destacamento inicialmente recayó en el teniente coronel Luis Ferrús
Gabaldón y en una segunda etapa en el de igual empleo Pedro Bernal Gutiérrez.
En las cuatro mil horas de vuelo realizadas, llevaron a cabo
mil misiones, transportando diez mil pasajeros y cuatrocientas toneladas de
carga. El hecho de que se realizaran el 100 % de las misiones asignadas, con
una disponibilidad de aeronaves superior al 90%, fue la prueba de superación
con éxito de esta misión que mereció el reconocimiento internacional y de las
autoridades de Namibia.
El 6 de abril de 1990 y coincidiendo con la llegada a Getafe
de las últimas cuatro aeronaves, el Gobierno de España distinguió al Ala 35 con
la Corbata de la Orden de Isabel la Católica, por su brillante participación en
Namibia.