Guardias civiles en labores de
rescate durante un accidente ferroviario en Oteo-Santa Cruz de Campeño (Álava,
1964). Fuente: Centro de Fotografía Histórica de la Guardia Civil.
El 10 de febrero de 1965, el tren correo de Madrid a
Barcelona sufrió un incendio cuando circulaba a la altura de la localidad de
Grisén (Zaragoza) que afectó a 3 vagones en los que viajaban emigrantes que se
dirigían al norte del país y a otros países europeos, causando la muerte de 30
personas.
En las labores de rescate y auxilio, además de los vecinos de
la localidad de Grisén, participaron de forma destacada los guardias civiles
que prestaban el servicio de escolta ferroviario, Fermín Vallejo Hernández y
Damián Peña Machín, y el guardia civil Marcelino Viegas que viajaba para
incorporarse al Puesto de la Guardia Civil de Echo (Huesca) tras realizar un
curso de especialización. Los agentes, que, con gran riesgo para sus propias
vidas, salvaron a numerosos viajeros tras entrar y salir varias veces de los
vagones incendiados, fueron condecorados con la Cruz de Plata de la Orden del
Mérito Militar.
El servicio de escolta para la vigilancia de los trenes de
viajeros en las líneas generales y en las provinciales existía desde mediados
del siglo XIX, cuando Su Majestad la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena,
regente del Reino, de conformidad con el informe emitido por el ministro de
Fomento después de oír a la comisión ejecutiva de las Compañías de
Ferrocarriles, dispuso por Real Orden de 6 de mayo de 1886 que se destacasen
habitualmente 2 ó 3 guardias civiles en cada uno de los trenes, tanto de pasajeros
como de mercancías.
Para cubrir los servicios que prestaba el Cuerpo en todas las líneas férreas del territorio nacional, entre 1933 y 1934 existió el Tercio de Ferrocarriles de la Guardia Civil. Estaba compuesto por 2 Comandancias, una en Zaragoza para las líneas férreas del norte de España y otra en Córdoba para las del sur, con 6 compañías cada una. Tras su disolución se mantuvo una sola compañía sufragada por la Compañía de Ferrocarriles de Madrid-Zaragoza-Alicante para la persecución de los robos de productos a granel que frecuentemente se producían en las estaciones y vagones de los trenes. Esta peculiar compañía, denominada Brigada de Investigación de Ferrocarriles, era conocida como Brigadilla de Servicios Especiales y desaparecería con el inicio de la Guerra Civil.
