Tal día como hoy, el 22 de julio de 1812, la alianza militar
formada por españoles, portugueses e ingleses bajo el mando de Arthur
Wellesley, quien más tarde se convertiría en el duque de Wellington, derrotó al
poderoso Ejército napoleónico, dirigido por Marmont, en la batalla de Arapiles,
llamada así por el lugar en el que se batieron ambos ejércitos, aunque fuera de
las fronteras españolas el enfrentamiento de la Guerra de Independencia
española en el que han participado el mayor número de efectivos es conocida
como la batalla de Salamanca.
La mañana del 22 de julio de 1812, los franceses comenzaron a
hostigar a las cuatro divisiones inglesas que tenían enfrente en suelo
castellano. El ruido de los cañones no cesó hasta las cuatro de la tarde,
aunque los ataques no causaron demasiado daño al bando aliado.
Al mediodía, el grueso de tropas franceses se hizo visible
avanzando hacia el oeste, todavía tenían la esperanza de poder rodear al
Ejército enemigo para precipitar así su derrota. Sin embargo, Marmont, al estar
más preocupado por acelerar la marcha que por guardar la formación, perdió el
control de sus tropas, y no solo eso, creyó que Wellesley estaba en plena
retirada hacia Ciudad Rodrigo y confundió el polvo que levantaba la reserva de
caballería en Aldeatejada con la retaguardia de este. Una grave torpeza que
decantó la batalla del bando aliado.
12.500 franceses y 5.220 aliados perdieron la vida en la
batalla de Arapiles. Además, generales como Bonnet, Desesgravier, Ferney,
Marchand o Thomieres, auténticas leyendas de su Francia natal, dejaron su vida
en Arapiles o fallecieron horas después a causa de las heridas y, por si fuera
poco, el bando aliado exhibió como trofeos de guerra a los casi 7.000
prisioneros capturados, junto a los 22 cañones y los 200 oficiales que también
cayeron en sus manos.
La mañana del 22 de julio de 1812, los franceses comenzaron a hostigar a las cuatro divisiones inglesas que tenían enfrente en suelo castellano. El ruido de los cañones no cesó hasta las cuatro de la tarde, aunque los ataques no causaron demasiado daño al bando aliado.
Al mediodía, el grueso de tropas franceses se hizo visible
avanzando hacia el oeste, todavía tenían la esperanza de poder rodear al
Ejército enemigo para precipitar así su derrota. Sin embargo, Marmont, al estar
más preocupado por acelerar la marcha que por guardar la formación, perdió el
control de sus tropas, y no solo eso, creyó que Wellesley estaba en plena
retirada hacia Ciudad Rodrigo y confundió el polvo que levantaba la reserva de
caballería en Aldeatejada con la retaguardia de este. Una grave torpeza que
decantó la batalla del bando aliado.
12.500 franceses y 5.220 aliados perdieron la vida en la batalla de Arapiles. Además, generales como Bonnet, Desesgravier, Ferney, Marchand o Thomieres, auténticas leyendas de su Francia natal, dejaron su vida en Arapiles o fallecieron horas después a causa de las heridas y, por si fuera poco, el bando aliado exhibió como trofeos de guerra a los casi 7.000 prisioneros capturados, junto a los 22 cañones y los 200 oficiales que también cayeron en sus manos.