¡España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura!
Esta estrofa anónima de tres versos, aunque corta, se hizo
muy popular entre los soldados españoles en la segunda mitad del siglo XVI.
Para los Tercios españoles, la victoria de San Quintín,
ciudad próxima a la frontera norte de Francia, marcó un hito perdurable, cuyo
alcance, seguramente, hubiera sido aún mayor si —como pedían muchos de sus
generales y capitanes— Felipe II hubiera ordenado marchar sobre París y ocupar
la ciudad, que pasó por momentos de pánico. A este gran hecho de armas siguió
la batalla de Gravelinas (1558) llamada también primera de las Dunas, y en la
que —además de los arcabuceros— tuvo un importante papel la caballería. Pero a
partir de ahí, la situación en Flandes empezó a envenenarse. La sublevación
encontró partidarios en gran parte del territorio, por razones religiosas y
políticas, y originó una guerra prolongada que, aunque se llame de los Ochenta
Años, duró más de cien años con intermitencias: desde 1565, cuando comenzaron
los disturbios contra la gobernadora, hasta la paz de Ryswick, en 1697, fecha
muy cercana al final de Los Tercios Flandes fue el principal territorio de
actuación de los Tercios españoles durante las últimas décadas del siglo XVI y
todo el siglo XVII. Es el escenario de una serie grandiosa de hazañas de los
tercios (salpicada también de derrotas y hechos oprobiosos) y que finalmente
sería su sepultura. Y todo eso con una gran escasez de hombres (solo Francia
tenía entonces el doble de habitantes que España) ya que la población española,
además de las continuas guerras en Europa y África, nutría la conquista y
colonización de América, lo que obligaba —como señala el historiador francés
Lucien Febvre guerras en Europa y África, nutría la conquista y colonización de
América, lo que obligaba —como señala el historiador francés Lucien Febvre— a
suplir «con una asombrosa movilidad la no menos asombrosa inferioridad
numérica». Teniendo en cuenta la cantidad de frentes en los que hubo de
combatir, y contra tantos enemigos a la vez, lo sorprendente es que se
aguantase tanta tensión bélica durante tantos años y no se produjese el colapso
militar total, como ha ocurrido con otros imperios mucho menos extendidos.
Fuente Facebook: España, Luz de Trento