sábado, 6 de enero de 2024

¡España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura!

 

¡España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura!

Esta estrofa anónima de tres versos, aunque corta, se hizo muy popular entre los soldados españoles en la segunda mitad del siglo XVI.

Para los Tercios españoles, la victoria de San Quintín, ciudad próxima a la frontera norte de Francia, marcó un hito perdurable, cuyo alcance, seguramente, hubiera sido aún mayor si —como pedían muchos de sus generales y capitanes— Felipe II hubiera ordenado marchar sobre París y ocupar la ciudad, que pasó por momentos de pánico. A este gran hecho de armas siguió la batalla de Gravelinas (1558) llamada también primera de las Dunas, y en la que —además de los arcabuceros— tuvo un importante papel la caballería. Pero a partir de ahí, la situación en Flandes empezó a envenenarse. La sublevación encontró partidarios en gran parte del territorio, por razones religiosas y políticas, y originó una guerra prolongada que, aunque se llame de los Ochenta Años, duró más de cien años con intermitencias: desde 1565, cuando comenzaron los disturbios contra la gobernadora, hasta la paz de Ryswick, en 1697, fecha muy cercana al final de Los Tercios Flandes fue el principal territorio de actuación de los Tercios españoles durante las últimas décadas del siglo XVI y todo el siglo XVII. Es el escenario de una serie grandiosa de hazañas de los tercios (salpicada también de derrotas y hechos oprobiosos) y que finalmente sería su sepultura. Y todo eso con una gran escasez de hombres (solo Francia tenía entonces el doble de habitantes que España) ya que la población española, además de las continuas guerras en Europa y África, nutría la conquista y colonización de América, lo que obligaba —como señala el historiador francés Lucien Febvre guerras en Europa y África, nutría la conquista y colonización de América, lo que obligaba —como señala el historiador francés Lucien Febvre— a suplir «con una asombrosa movilidad la no menos asombrosa inferioridad numérica». Teniendo en cuenta la cantidad de frentes en los que hubo de combatir, y contra tantos enemigos a la vez, lo sorprendente es que se aguantase tanta tensión bélica durante tantos años y no se produjese el colapso militar total, como ha ocurrido con otros imperios mucho menos extendidos.

Fuente Facebook: España, Luz de Trento