El león hispano es la alegoría o personificación nacional de
España junto al Toro. No hay animal más fiero en el imaginario colectivo que el
león. Un felino que está presente oficialmente en la simbología del país desde
poco después de la unión dinástica de los Reyes Católicos. Sin contar la
importancia capital que tuvo en el Reino de León –heredado de una legión romana
– y en otros reinos españoles. «El león es príncipe de las selvas, monarca de
los fuertes, y emperador de todos los animales. No conoce el miedo, y por esta
razón es símbolo perfecto de España, que con corazón bueno ampara con valor a
todos sus súbditos», escribió Juan Caramuel, monje y filósofo, sobre el
protagonismo nacional de este símbolo en el siglo XVII. Las primeras
representaciones conocidas del león en la Península Ibérica se remontan a las
tribus íberas que los usaban frecuentemente para sus esculturas en piedra. Un
ejemplo célebre es el león de Pozo Moro (Albacete), que forma parte de la
esquina de un monumento funerario. Sin embargo, fue la llegada de los romanos y
de la tradición clásica la que inundó la península de estos animales. Traídos
de forma masiva desde el Norte de África, los romanos usaban a las bestias en
los juegos de circo y como método de ejecución. Hasta el punto de que la
población de leones en los lugares bajo la influencia romana fue diezmada, e
incluso una subespecie llamada «Leones del Atlas», de gran tamaño y melena
negra abundante, desapareció para siempre de las regiones de Egipto, Túnez,
Libia y Egipto. Con la llegada de la Edad Media, la iconografía romana fue
heredada por varios reinos cristianos. El caso más conocido, y que sería más
determinante en la pervivencia de este símbolo, es el Reino de León y su felino
color púrpura. Este león aparece documentado por vez primera en las monedas
acuñadas por Alfonso VII, el Emperador, en 1126, y está considerado uno de los
elementos heráldicos más antiguos de Europa. Los datos históricos señalan que
el emblema felino es anterior a los también muy antiguos leopardos ingleses
(1158), al castillo de Castilla, a las flores del lis francesas (1211, aunque
presentes en la indumentaria real desde 1179) y al águila del Sacro Imperio
(1200). Sobre el origen del emblema, constituye lo que en heráldica se denomina
figura parlante al ser la representación de una palabra. No alude al animal
felino así denominado, sino al establecimiento en tierras leonesas de la
«Legión Gemina Felix Romana».El Imperio español vivió su cénit en 1580 con la
anexión de Portugal, que entonces se encontraba entre las mayores potencias de
Europa. « El mundo no es suficiente», rezaba el lema que Felipe II asumió tras
la conquista del país vecino, en clara referencia al emblema de su padre «Plus
ultra» («Ir más allá»). Pero no solo se adquirió un nuevo lema, la propaganda
de Felipe II desempolvó la idea de que Portugal siempre había formado parte del
Reino de León –cuando se separó lo hizo de forma ilegal, consideraban– y
extendió el uso del león vinculado a una Monarquía Hispánica que volvía a unir
a aquellos reinos hermanos Y aunque ya había presencia institucional de este
símbolo con los Reyes Católicos, fue con Felipe II cuando este animal comenzó a
ser citado como «el león de España», y a figurar como alegoría del país en
mapas y otras ilustraciones. Además, los galeones españoles y portugueses del
siglo XVII portaban, habitualmente, un león como mascarón de proa
Fuente Facebook: España, Luz de Trento