martes, 22 de agosto de 2023

SOCIO 79

Hoy habla el propio socio 79 Ángel Berrocal Fernández en la Hermandad desde el 21/05/2019.

                     

Corría el año 1979 y en España se vivía en una joven e inexperimentada democracia, acuciada por la sombra del terrorismo, cuando el joven opositor a banca Ángel Berrocal, recorría todas las sedes bancarias de Madrid, solicitando empleo en el sector, encontrándose el escollo, en muchas ocasiones, que uno de los requisitos era "servicio militar cumplido". Junto a otro compañero de estudios, decidieron presentarse voluntarios al servicio militar y así dejar zanjado dicho requisito.

¿Y a dónde vamos? Como mi padre era militar, vivíamos en viviendas del patronato del ejército, en cuyas calles, patrullaba la policía militar, dado el escenario contextual que he explicado al principio. Pregunté a un vecino, que había estado allí, de oficial, y me dirigió al acuartelamiento donde tenía su base la Cía. 4 de Policía Militar y me dijo como referente que preguntase por el Capitán Perote (si, el que, años después siendo Coronel, salió en las noticias).

Pues allá que fuimos con toda ilusión, en la primavera de 1979, a Campamento, a "echar los papeles". El recibimiento de los soldados que allí había, era desmotivante: ¿de verdad que vais a venir voluntarios? No sabéis lo que hacéis, Mira, mira, estos se licencian en mayo del 81.

Bueno, pues presentados los papeles, nos dijeron que, en octubre de ese mismo año, nos incorporaríamos al CIR 3, de Cáceres, donde realizaríamos el periodo de instrucción.

Pasaron los meses y en septiembre, los soldados que bajaban de Colmenar Viejo a Madrid, ya mostraban el uniforme nuevo, y me chocaba el ver tanto "boina verde", desconocedor del cambio de uniformidad.

A las 4 de la madrugada del día 13 de octubre de 1979, llegamos al CIR 3, Santa Ana, el reemplazo 78-7°, temerosos ante la nueva experiencia, las posibles novatadas, etc.

Una vez superado el periodo de instrucción, con las consiguientes visitas a La Pollería, dentro del CIR, los paseos por la acera derecha en Cáceres y maravillarse con la Plaza Mayor y con barriada de La Madrila, el día 20 de noviembre, una mañana que amaneció con niebla, hice el acto de jura de fidelidad a la Bandera.

Unos días después, nos presentamos en Campamento, ya como soldados, en la Cía. 4 de Policía Militar, donde poco tiempo después y en virtud de la ley de unidades de policía militar, se reconvirtió a Cía. 11, como unidad dependiente de Capitanía General de la 1ª Región Militar

De soldado a soldado primera, de ahí a Cabo tomatero y en mayo de 1980, ya lucía el galoncillo de Cabo 1°.


Y he aquí que despertó en mí, aquel "ardor guerrero" que corría, genéticamente, por mis venas, y decidí probar suerte a la VII Promoción de la A.G.B.S., en mayo de 1981.

Firmé el primer periodo de reenganche, al que le sucedieron el segundo, tercero y cuarto.

Dentro del acuartelamiento estaba la Unidad Regional de Autos, donde el Cabo 1° Rufino Alameda, hacia buenas migas conmigo, puesto que los dos éramos caballeros aspirantes de la A.G.B.S. y que un día me habló de su hermano, Francisco, que también quería ser P.M. También llegó por aquellas tierras de Campamento, procedente de Jaén, quién después se convirtió en Cabo 1º, Lucio Serrano. Posteriori, y desde un regimiento en disolución, se incorporó también a la P.M., el Cabo 1° Torres, y en los últimos tiempos de mi vida en la compañía, instruí al Cabo 1° Fernando Romero, y vaya si lo instruí bien, que es ahora Secretario de HECAPE

En enero de 1983, convocan dos plazas para hacer el curso de Protección de Personalidades en el Centro de Adiestramientos Especiales, de la Guardia Civil, en San Lorenzo de El Escorial, y allá que va el Cabo 1° Berrocal, deseoso de formación.

En una de las clases prácticas, sufro un accidente en acto de servicio, con el resultado de rotura de LCA, LI y rótula sin desplazar. Mi gozo en un pozo, me tuve que volver a Madrid.

Esta experiencia, me aportó en primer término, la medalla de sufrimientos por la patria, y posteriormente, una baremación del Cuerpo de Mutilados, con el ingreso en el cuerpo, como Útil y medalla de mutilado.

La recuperación no fue la esperada y los médicos no me informaron suficientemente de mi lesión, por lo que tenía recaídas periódicas. En mayo de 1987, haciendo guardia en el Establecimiento Disciplinario de Colmenar Viejo, al ir a abrir una ventana que quedaba en alto, al caer, me rompí el menisco interno. Terminé la guardia, de mil demonios, pensando que sólo se trataba de un derrame interno.

Al salir de guardia y dar novedades, me fui a La Paz, donde me hicieron una primera cura y tres días después, fui al traumatólogo de la Policlínica Naval, quien echó luz sobre el estado de mi lesión. Cuatro días después pasé por quirófano.

Esta nueva situación, facilitó una nueva baremación del Cuerpo de Mutilados, la cual me dio los puntos necesarios para el ingreso como Permanente, en marzo de 1988.

Quedé en la situación de disponible forzoso, adscrito a la Jefatura

Provincial de Mutilados de Madrid, y en mayo de 1988, en base a la ley que regulaba el Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra por la Patria, fui promovido al ascenso a sargento de Infantería y escalafonado a la cola de la XIII Promoción de la A.G.B.S.

Conseguí destino en la Dirección de Mutilados, hasta que el 1 de enero de 1992, la ley de acompañamiento de los presupuestos generales del estado, nos pasó a todos los miembros del cuerpo, a la situación de retirado, fijándonos un haber pasivo y dando por finalizada la vida activa castrense.

Previamente, en el otoño de 1991, y en el marco de la celebración de San Miguel, patrono del cuerpo, asistí a una audiencia ante S.M. D. Juan Carlos I, como miembro de una comisión del benemérito cuerpo de mutilados.

Esta fue de las últimas veces que me vestí de uniforme y fue para una audiencia con el Rey Juan Carlos, con motivo de la celebración del Patrono del Cuerpo de Mutilados

Hace ahora casi un año, volví a vestir el uniforme, con motivo de la boda de una hija. Lleno de orgullo doble, por llevar a una hija al altar y por vestir el uniforme de etiqueta de suboficial del Ejército Español.

Hoy en día, sigo emocionándome ante las celebraciones castrenses, desfiles de la fiesta nacional, etc. y procuro asistir siempre que puedo a la reunión anual que se hace de antiguos compañeros de Policía Militar, así como las de la HECAPE.