Ángel Cortellini Sánchez: «Las
fragatas Villa de Madrid y Blanca en el combate de Abtao (7 de febrero de
1866)». Óleo sobre lienzo. Museo Naval. Madrid.
El Museo Naval de Madrid conserva un
magnífico cuadro pintado por Ángel Cortellini Sánchez: “Las fragatas Villa de
Madrid y Blanca en el combate de Abtao (7 de febrero de 1866)”, firmado y
dedicado por el autor al Ministerio de Marina. Se trata de un óleo sobre lienzo
de 120,5 x 190,5 cm. pintado en 1887. Representa a las dos fragatas en línea de
fila abriendo fuego por babor, con la Villa de Madrid en primer plano, mientras
al fondo a la izquierda aparece la flota chileno-peruana, que contesta al fuego.
Recuerda el combate que tuvo lugar el 7 de febrero de 1866 en el canal de
Abtao, en la parte norte del archipiélago de Chiloé, dentro de la Guerra del
Pacífico entre España y repúblicas occidentales sudamericanas, sobre todo Chile
y Perú.
El brigadier Casto Méndez Núñez, comandante de la flota española en el Pacífico
durante dicha guerra, había recibido la orden de destruir a la escuadra aliada
enemiga y, si fallaba, bombardear sus principales puertos.
Para tratar de destruir la citada
escuadra, que se había concentrado en Chiloé – una provincia de Chile formada
por un conjunto de islas, en una intrincada zona poco cartografiada y muy
difícil de navegar-, el 21 de enero de 1866 envió a las fragatas Villa de
Madrid y Blanca, al mando del capitán de navío Claudio Alvargonzález Sánchez,
comandante de la Villa de Madrid, mientras la Blanca era mandada por el capitán
de navío Juan Bautista Topete.
Los barcos españoles buscaron a la
escuadra aliada por todos los rincones del difícil archipiélago, hasta que
dieron con ella el 7 de febrero al fondo del canal de Abtao. Estaba formada por
la fragata Apurimac, las corbetas América y Unión, la goleta Covadonga, y los
vapores Lautaro y Maipú. Pasadas las cuatro de la tarde del 7 de febrero de
1866 se entabló el combate. La escuadra aliada abrió fuego y las fragatas
españolas contestaron acercándose todo lo que pudieron, dispararon por turnos y
mantuvieron las distancias ante el peligro de varar.
El enfrentamiento se redujo a un cañoneo de unas dos horas en el que ambos
contendientes dispararon más de 1500 proyectiles. El combate no fue decisivo
para ninguna de las partes. Todos los barcos recibieron algún impacto. La
agrupación española tuvo 13 heridos y se calcula que en la flota aliada hubo
unos 12 muertos y 20 heridos. Para los españoles se pudo considerar una
victoria, al causar más daños y bajas que las recibidas. Y para los aliados
también se pudo considerar una victoria, ya que los españoles fracasaron al
tratar de destruir a la flota enemiga
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