Helicóptero del Servicio Aéreo de la
Guardia Civil, modelo BO-105, realizando un transporte paletizado con material
humanitario (años 90 del siglo XX).
Fuente: Servicio Aéreo. Guardia
Civil.
El 16 de abril de 1866 se publicó en el Boletín Oficial del
Cuerpo, como servicio destacado humanitario, la actuación llevada a cabo por
parte del guardia civil del Puesto de Algodonales, provincia de Cádiz, Eduardo
Rodríguez Andino.
De manera persistente, durante dos meses y medio, entre
febrero y mediados de abril de aquel año, se desató un temporal en la comarca
de Los Algodonales, de modo que un número importante de personas no pudo
dedicarse a sus habituales faenas agrícolas, de las que dependía su
subsistencia. Agotados sus escasos recursos, algunas de estas personas se
vieron en la necesidad de salir a mendigar para poder atender al más elemental
sustento de sus familias.
Tal penosa situación de miseria conmovió de tal forma al
referido guardia civil, que se dedicó a socorrer a los más desgraciados “con
todo lo que pudo economizar de su propia paga” y cubrir sus más básicas
necesidades. Esta labor la hizo de forma discreta ya que encargaba a los demás
la mayor reserva de su proceder.
Esta generosa conducta no pasó desapercibida, llegando a
conocimiento de sus mandos, que dieron cuenta de ella. Al conocer el asunto,
el director general dispuso que se publicara su benemérita actuación en el
Boletín del Cuerpo y que se incluyera al referido guardia en el turno de elección
para ascenso a guardia de primera clase.
Ese espíritu benemérito continúa presente como principio institucional en el actual Código de Conducta del personal de la Guardia Civil, aprobado mediante Real Decreto 176/2022, de 4 de marzo, en el que se establece que “prestarán auxilio con los medios a su alcance a todo aquel que lo necesite, se encuentren o no de servicio, con especial atención a las personas y colectivos más vulnerables”.